martes, 20 de octubre de 2009

EL" RE...CUENTO"

Cada viaje que realizo, cada momento que creo importante en lo que será el guión de mi vida, lo grabo lo mejor que puedo en mi memoria. Si puedo me valgo de algún apunte o alguna foto que me permita volver a esos momentos de la manera lo más nítida posible ( queda con esto claro que la abundante colección de cuadernos de trading y de archivos de gráficos del mini sp que tengo era inevitable desde el principio ). No es que trate de aferrarme a nada, sino que me gusta disfrutar volviendo a pasear por los mismos caminos en los que anduve. No creo que sea necesario cerrar todas las puertas al pasar por ellas, es más, creo que es muy sano volver atrás, al ayer, ya con los ojos y el entendimiento del hoy, para recordar, para reflexionar o para verme con perspectiva, y con ella perdonarme, disfrutar o mejorar. O para tener algo que contar, ¿por qué no? Dicen que no es conveniente olvidar de dónde venimos si deseamos saber adonde queremos ir. No puedo estar más de acuerdo. No todos queremos llegar al mismo sitio , ni de la misma manera, ni pagando cualquier precio. ¡Menos mal!

En esta ocasión me remonto a la época lejana de la infancia, donde recibía auténticas lecciones que pensaba no me serían de ninguna utilidad en el futuro. ¡Qué equivocado estaba! Llevar el equipaje bien guardado puede ser muy útil. Esta antigua lección se me presentó disfrazada de cuento clásico, y hace unos meses ya que se zafó de la maleta y se plantó en mi cara, recordándome su moraleja y enseñanza. Quiero compartirla.

El cuento se llama "El traje nuevo del emperador" y dice más o menos así:

"Hace muchos años vivía un emperador que gastaba todas sus rentas en lucir siempre trajes nuevos. Tenía un traje para cada hora del día ( y un ego enorme y desbocado ). Un día se presentaron dos estafadores que se hacían pasar por tejedores, asegurando tejer las telas más hermosas, con colores y dibujos originales. No solamente los colores y los dibujos eran hermosísimos, sino que las prendas con ellas confeccionadas poseían la milagrosa virtud de ser invisibles a toda persona que no fuera apta para su cargo o que fuera irremediablemente estúpida.

El emperador quedó fascinado e inmediatamente entregó a los dos bandidos un buen adelanto en metálico para que se pusieran manos a la obra cuanto antes.

El emperador, ansioso por ver las telas, envió a un viejo y digno ministro a la sala ocupada por los dos supuestos tejedores. Al entrar en el cuarto, el ministro se llevó un buen susto "¡Dios nos ampare! ¡Pero si no veo nada!". Pero no soltó palabra. Los dos timadores le rogaron que se acercase y le preguntaron si no encontraba magníficos los colores y los dibujos. Le señalaban el telar vacío y el pobre hombre seguía con los ojos desencajados, sin ver nada. Pero los bandidos insistían: "¿No dices nada del tejido?"El hombre, asustado, acabó por decir que le parecía todo muy bonito, maravilloso y que diría al Emperador que le había gustado todo. Y así lo hizo. Los estafadores pidieron más dinero, más oro.

Poco después, el emperador envió a otro ministro para inspeccionar el trabajo. Y le ocurrió lo mismo que al primero. «Yo no soy estúpido -pensó el hombre-, y el empleo que tengo no lo suelto. Sería muy fastidioso. Es preciso que nadie se dé cuenta». Y se deshizo en alabanzas de la tela que no veía.

El emperador quiso ver la maravilla con sus propios ojos. Seguido por su comitiva, se encaminó a la casa de los estafadores. Al entrar no vio nada. Los estafadores le preguntaron sobre el admirable trabajo y el emperador pensó: "¡Cómo! Yo no veo nada. Eso es terrible. ¿Seré estúpido o acaso no sirvo para emperador? Sería espantoso". El emperador dijo: - Oh, sí, es muy bonita. Me gusta mucho. La apruebo.

El emperador condecoró a cada uno de los bribones y los nombró tejedores imperiales. Sin ver nada, el emperador probó los trajes, delante del espejo. Los probó y los reprobó, sin ver nada de nada. Y todos exclamaban: "¡Qué bien le sienta! ¡Es un traje precioso!".

Fuera, la procesión lo esperaba. Y el emperador salió y desfiló por las calles del pueblo completamente desnudo. Nadie quería admitir que no veía nada, para no ser tenido por incapaz o por estúpido. Hasta que exclamó de pronto un niño: - ¡Pero si no lleva nada! - ¡Dios bendito, escuchen la voz de la inocencia! Dijo su padre; y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño. - ¡No lleva nada; es un chiquillo el que dice que no lleva nada! - ¡Pero si no lleva nada! – gritó, al fin, el pueblo entero. Aquello inquietó al emperador, pues sospechaba que el pueblo tenía razón; mas pensó: "Hay que aguantar hasta el fin". Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola".

FIN


Pienso que tenemos que creer más en lo que vemos por nosotros mismos, coincidamos o no con lo que ven los demás ( quién sabe, igual ven lo mismo que nosotros pero no se atreven a ser quienes lo reconozcan primero ). Además , cuando has estado cerca, tanto como para ver los detalles ,ya no te quedará ninguna duda . ¿No te parece?
Y entonces , con cierta perspectiva, sí: Algunas puertas sí que conviene cerrarlas, e incluso tapiarlas diría yo. Romper lazos y quemar puentes.
En esta carrera de fondo que es el trading no es tan definitvo un comienzo poco acertado o inapropiado, hay tiempo de recomponer tu estrategia.

Para seguir hablando de la formación en el trading os pongo un enlace a un artículo que me ha parecido muy interesante y realista. Échale un ojo a ver que te parece el mensaje:
http://www.x-trader.net/articulos/trading-general/vivir-del-trading.html

Hasta pronto ( todo es relativo, claro ).